¿Cuántos de nosotros tenemos un sueño? ¿Cuántos estamos viviendo ese sueño? ¿Cuántos creemos que podemos lograr ese sueño?
Génesis 37:1-11: “Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.”
En la lectura, nos damos cuenta que todo sueño, no nace en las mejores condiciones. A veces, el Señor nos pone un sueño de poner un negocio, pero en ese momento no contamos con el capital, la visión clara, ni dónde lo haremos. En el caso de José, de diecisiete años, se levanta frente a su familia y les cuenta sus sueños; sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba al respecto. • Los sueños no nacen en las mejores condiciones• Nadie nos va a creer o apoyar, en lo que Dios ha puesto en nuestro corazón, ni nuestra propia familia• A veces, hay que emprender el sueño “solo”. No es que uno empiece solo, sino vamos adelante, porque Dios es quien nos ha enviado.
Quiero recalcar algunos puntos, que le ayudarán a construir o fabricar sus sueños:
Romanos 12:2 (DHH96): “No vivan según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es grato, lo que es perfecto”