La verdad acerca del propósito de Dios para que ayunemos, lo encontramos nuevamente en una estatura de verdad de cuatro puntos.
1. Ayunar para la mortificación de la carne.
La mortificación de nuestra carne corrupta es el primer y más grande de los propósitos de Dios cuando nos lleva a un tiempo de ayuno. La palabra mortificar significa matar, destruir, castigar, humillar, controlar. Dios nos guía a ayunar porque sabe que esta es la forma de humillar la carne y traerla bajo el control del hombre espiritual.
Hay espíritus y actitudes en nosotros que no pueden salir de otra manera, el ayuno tiene tremendo poder de mortificación sobre la carne y va a romper muchas de sus concupiscencias. Solamente cuando estamos reducidos a tal estado de miseria inútil, podremos realmente evaluarnos a nosotros mismos.
Tenemos que ayunar si queremos alcanzar la madurez espiritual en Jesucristo, y tener la capacidad de ayudar a otros, como en el caso del lunático que fue llevado a los discípulos.
“Mas este linaje no sale sino por oración y ayuno” Mateo 17:21
La Biblia nos da otras muchas referencias de cómo el ayuno mortifica la carne, y como Dios responde a la humillación de aquel que ayuna como muestra exterior del arrepentimiento interno (Joel 2:12, 1ro. Reyes 21:27-29, 1ro. Samuel 7:4-6, Jueces 19 y 20 en especial del 26 al 28)
2. Ayunar para incrementar el poder en la oración.
El segundo propósito de Dios para guiarnos a ayunar es el de incrementar el poder de nuestro espíritu en la oración. Cuando nuestra oración está acompañada del ayuno esta tiene una intensidad de poder que no tiene por si sola. La oración y el ayuno tocan a Dios en una manera muy especial. Un ejemplo de esto lo encontramos en Jonás.
“5 Y los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. 6 Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. 7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por decreto del rey y de sus grandes, diciendo: Ni hombre ni bestia, ni buey ni oveja prueben cosa alguna; no pasten ni beban agua, 8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios con fuerza, y vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. 9 ¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor de su ira, y no perezcamos. 10 Y vio Dios sus acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.“Jonás 3:5-10
El poder de la oración humilde que adquirieron los habitantes de Nínive al vestirse de cilicio, de sentarse sobre cenizas, y de sus ayunos fue suficientemente grande para cambiar el parecer de Dios y evitar que Nínive fuera destruida en esta ocasión. Dios vio su forma de humillación y pesar por sus pecados, y vio a las bestias añadiendo dolor y aflicción por sus dueños. Dios vio la proclamación del rey, la autoridad real, demandando que las ganancias adquiridas mediante la rapiña y la violencia fueran restauradas. Dios vio las obras que acompañaron a sus ayunos y oraciones como prueba de su arrepentimiento interior.
3. Ayunar para la revelación de la Palabra de Dios.
El tercer propósito que Dios tiene para guiarnos al ayuno es que Él pueda revelarnos más de Su Palabra. Cuando estamos intrigados por alguna porción de la palabra de Dios debemos ayunar por la misma, y tarde o temprano Dios hará brillar Su poderosa luz sobre aquella porción y hará que la verdad se levante en revelación de su estatura y esplendor.
El Señor es el mismo ayer hoy y por siempre, por tanto podemos esperar que siga actuando con los mismos principios, Dios dio la Palabra profética al pueblo a través de Jeremías, a cerca de lo que sucedería si no se arrepentía; esto sucedió cuando el pueblo ayuno.
Daniel es otro ejemplo de la revelación de la Palabra por el ayuno:
“2 en el año primero de su reinado, yo, Daniel, pude entender en los libros el número de los años en que, por palabra del Señor que fue revelada al profeta Jeremías, debían cumplirse las desolaciones de Jerusalén: setenta años. 3 Volví[a] mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré al Señor mi Dios e hice confesión y dije: Ay, Señor, el Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para los que le aman y guardan sus mandamientos,” Daniel 9:2-4
Después de clamar y ayunar por la revelación de que sucedería con su pueblo, Daniel experimento la revelación por boca del ángel Gabriel:
“21 todavía estaba yo hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre a quien había visto en la visión al principio, se me acercó, estando yo muy cansado, como a la hora de la ofrenda de la tarde. 22 Me instruyó, habló conmigo y dijo: Daniel, he salido ahora para darte sabiduría y entendimiento. 23 Al principio de tus súplicas se dio la orden, y he venido para explicártela, porque eres muy estimado; pon atención a la orden y entiende la visión. “Daniel 9:21-23
El ayuno humilla el alma; es una forma de afligirnos a nosotros mismos ante Dios. No hay ninguna razón para tener miedo de ir al lugar bajo, porque podemos confiar en las leyes espirituales de Dios. Dios se ha obligado a Si Mismo a levantar a aquellos que se humillan ante Él.
4. Ayunar para hallar reposo (físico, mental y espiritual).
El cuarto propósito de Dios para guiarnos al ayuno, es darnos completo descanso para el cuerpo, el alma, el espíritu, el corazón y la voluntad. Este tipo de ayuno está ilustrado por el ayuno hecho por Israel en el Día de la Expiación:
“29 Y esto os será un estatuto perpetuo: en el mes séptimo, a los diez días del mes, humillaréis vuestras almas y no haréis obra alguna, ni el nativo ni el forastero que reside entre vosotros; 30 porque en este día se hará expiación por vosotros para que seáis limpios; seréis limpios de todos vuestros pecados delante del Señor. 31 Os será día de reposo, de descanso solemne, para que humilléis vuestras almas; es estatuto perpetuo. 32 Así el sacerdote que es ungido y ordenado para ministrar como sacerdote en lugar de su padre hará expiación: se pondrá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas, 33 y hará expiación por el santo santuario; hará expiación también por la tienda de reunión y por el altar. Hará expiación además por los sacerdotes y por todo el pueblo de la asamblea. 34 Tendréis esto por estatuto perpetuo para hacer expiación por los hijos de Israel, por todos sus pecados, una vez cada año. Tal como el Señor lo ordenó a Moisés, así lo hizo.” Levítico16:29-34
La palabra afligir en hebreo significa castigar y derribar a golpes. El ayuno trae aflicción porque hace desfallecer de hambre al espíritu vital del alma del hombre; la empobrece al negarle el alimento que necesita para su existencia. El abstenerse de comida es un procedimiento doloroso para el alma La oración y el ayuno en el Día de Expiación daban a Israel un nacimiento nuevo y fresco el divino descanso y en la gracia del Todopoderoso.