El llamado de Dios a liderar

Permiso divino para liderar

 

Muchos de nosotros nos sentimos como Moisés cuando estuvo frente a Dios en la zarza que ardía, en Éxodo 3-4. Se sintió incompetente y nada preparado para liderar, sin embargo eso es lo que Dios lo llamó a hacer. Muchos líderes potenciales en la Biblia tuvieron miedo y huyeron de su llamamiento. Dios les tuvo que dar permiso para hacerlo.

 

La mayoría de nosotros podemos hacer una lista del por qué lideramos efectivamente, como Moisés la hizo. Cuando Dios le llamó, él tenía inmediatamente cinco excusas por las cuales no podía liderar. Tome nota de cómo Dios responde a ellas.

 

Excusa uno: ¿Quién soy yo? (Éxodo 3:11)

 

Moisés luchó con su identidad, simplemente no se sentía calificado. Él pensaba que Dios había escogido al líder equivocado. La respuesta de Dios: No importa quién eres, Yo te he llamado, Yo estoy contigo.

 

Excusa dos: ¿Quién eres tú? (Éxodo 3:13)

 

Moisés luchó con la intimidad. Él no conocía a Dios lo suficiente como para poder dárselo a conocer a las personas. Su relación con Dios era débil. La respuesta de Dios: YO SOY EL QUE SOY. Soy cualquier cosa que tú necesites.

 

Excusa tres: ¿Y qué si no me escuchan? (Éxodo 4:1)

 

Moisés luchó con la intimidación. Se preocupó sobre la reacción de las personas hacia él. La respuesta de Dios: Cuando haya terminado, ellos escucharán. Confía en mí.

 

Excusa cuatro: Nunca he sido un buen orador. (Éxodo 4:10)

 

Moisés luchó con la incompetencia. ¿Quién lo seguiría si no podía hablar bien? La respuesta de Dios: ¿Quién crees que hizo tu boca? Soy la fuente de tus dones.

 

Excusa cinco: Sé que puedes hallar a alguien más. (Éxodo 4:13)

 

Moisés luchó con un sentimiento de inferioridad. Se comparó a sí mismo con otras personas más capaces y se sintió inferior. La respuesta de Dios: Bueno, dejaré que vaya Aarón contigo…pero sigo llamándote a ti.

 

PREGUNTA: ¿Qué excusa tiene usted para no liderar bien? ¿Cuál cree usted que sería la respuesta de Dios?


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El liderazgo es Influencia

J. Oswald Sanders lo dijo primero. El liderazgo es influencia, nada más y nada menos. Se trata de influenciar a los demás en las cosas que valen la pena. No depende de títulos ni de posiciones, depende de alguien que tenga una visión de parte de Dios, y movilice a otros a unírsele para que se realice. Cuando esto sucede, el liderazgo aflora en su forma más pura. Sucede en toda organización en un momento u otro, especialmente cuando no existe un sistema o plan; en esos tiempos no hay expectativa de progreso. Hoy en día, hay muchas regiones del mundo llorando por líderes que sean hombres de Dios y efectivos. El líder deberá ganarse el derecho a liderar y los demás escogen seguirle.

 

 

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El período de los Jueces

 Antes de que Israel adoptara una monarquía y Saúl fuera designado para ser su rey, hubo una etapa llamada Período de los Jueces. Fue una época en donde se requería del liderazgo puro. Cada juez que lideró fue un pionero. El siguiente verso aparece más de una vez en el libro de los Jueces:

“En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.” (Jueces 21:25)


Catorce jueces dirigieron a Israel durante este período. Cada líder empezó su liderazgo desde cero. Los siguientes son de los que sabemos: Otoniel, Aod, Samgar, Débora, Gedeón, Abimelec, Jair, Ibzán, Elón, Abdón, Sansón y Samuel.


Ciertamente conocemos más de estos jueces que de otros, sin embargo, del texto podemos resumir cómo líderes efectivos lideraron durante una de las épocas más difíciles de Israel. En estos tiempos, los líderes necesitan regresar a lo básico. Lo básico está claro durante este período de la historia de Israel. Los jueces tuvieron en común las siguientes características.

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