2. Volvamos a creer en el poder de Su nombre.
Hace un tiempo, después de volver de un retiro de sanidad interior, que fue muy precioso, inmediatamente después entré a una semana de capacitación donde me hablaron un poco de esto y en una ministración especial, y cuando Dios le habla a uno, se siente con las baterías recargadas y dice ¿quién contra mí? Estaba estacionando mi vehículo, cuando suena la sirena, me bajé del carro, una persona se me acercó y me dijo “mira mi hermano, necesito irme a Antigua” yo pensé que quería dinero para seguir bebiendo o drogándose, empezó a decirme muchas mentiras y cuando yo le pregunté qué quería, me dijo que quería dinero para irse a Antigua. Yo lo vi fijamente a los ojos y le dije, “en el nombre de Jesús, cállate”. Él respondió “no quiero”. Y cuando le dije eso y le dije “te vas a callar y vas a dejar a este hombre, espíritu de drogadicción, espíritu de alcoholismo y de mentira, los tres que están allí se van”. Diciéndole yo eso, se cayó y se empezó a meter debajo del carro, yo lo tomé de los pies y le dije que no iría a ningún lado, tiré de él y aunque otras personas me vieron, no me ayudaron; yo tiré de él y empecé a orar por él, diciendo “por este hombre murió el Señor en la cruz del Calvario y ahora, en el nombre de Jesús, lo vas a dejar” a pesar de gritar que no se iría, lo dejó. El hombre quedó tendido en el suelo, se levantó, me vio y me preguntó “¿dónde estoy?” yo le respondí que no se preocupara, que el Señor lo había libertado, recibió al Señor y aquella persona que venía caminando en zigzag, se fue caminando tranquilo.
Yo jamás pensé mencionar el nombre de otra persona, sino lo que operó fue el poder del nombre de Jesús y hay veces que nosotros hacemos cosas, pero de lo que menos echamos mano, es de recordarnos de ese sacrificio y de ese nombre que nos ha sido dado.
Juan 12:44, 46: “Pero Jesús dijo claramente: El que cree en mí y no cree solamente en mí, sino en aquel que me ha enviado, y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado… Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí, no permanezca en tinieblas”.
Venimos a los pies del Señor y empezamos a caminar -depende mucho de nuestra búsqueda, relación, orientación que recibimos de nuestros pastores, pero mucho depende de nosotros-. La Biblia dice que Él vino para que no estemos en tinieblas, pero hay mucha gente dentro de la iglesia, que no sabe para qué está en esta tierra; pocos son los que saben con certeza cuál es su propósito. No es fácil saberlo, sino que hay que meterse con Dios para entenderlo. La biblia dice que cuando nosotros creemos en Jesús, no andaremos en tinieblas, sabremos para dónde vamos.
Si estamos en un lugar que no conocemos, hay un terremoto, se va la luz y yo les digo “hermanos, corran”, ¿qué pensarían? Porque si corremos, ¿para dónde? ¿qué clase de instrucción estaría dando el pastor? De la misma manera, así andan las personas en este mundo, sin creer en el nombre del Señor. Se levantan todos los días y no saben para dónde van; saben que la empresa está allí, pero ¿será que la está manejando Dios? ¿estará dando Él las directrices? O si usted está trabajando en algún lugar, ¿será ese el trabajo que Dios tenía preparado para usted? Está haciendo algún negocio, pero ¿será que ese era el negocio que Dios tenía preparado? ¿Con qué seguridad?
Decimos comúnmente “en el nombre de Jesús, va a salir”, o “en el nombre de Jesús, lo voy a hacer”, pero ¿es la voluntad de Dios? Es muy diferente, porque aunque se puede ir en Su nombre, pero es más importante cuando el Señor nos ha revelado que esa es Su voluntad.
Cuando empezamos con el proyecto de la iglesia, alguien me preguntó por qué no empezaba, pues ya llevaba cierto tiempo y aún no arrancaba el proyecto; le respondí que el proyecto iniciaría cuando Dios me lo revelara. Ustedes pueden preguntarle a cualquiera de los que estuvieron involucrados desde el principio, el proyecto se fue dando paso a paso, conforme el Señor nos iba guiando, porque lo mejor que le puede pasar al cristiano, al Hijo de dios, es oír su voz, oír las instrucciones en todas las áreas de su vida. Pero Dios no nos hablará si no creemos en el sacrificio que hizo en la cruz, nos no nos sacará de las tinieblas, si no creemos en Su nombre, la Biblia lo dice claro.
En Hechos 26:15-18, el apóstol Pablo le cuenta su testimonio al rey de Agripa: “Entonces dije ¿quién eres, Señor? Y el señor me contestó: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, ponte en pie porque me he aparecido a ti para que me sirvas y para que seas testigo de lo que ahora has visto y de lo que aún te mostraré. Te voy a librar de los judíos y de los paganos, a estos te envío ahora y te mando a ellos para que les abras los ojos y no anden más en la oscuridad, sino en la luz, para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios, para que creyendo en mí, reciban el perdón de pecados y una herencia entre el pueblo santo de Dios.”
Si yo ya tengo a Jesús en mi corazón, tengo que andar bajo el poder del Espíritu Santo. ¿Por qué Pablo podía hablar así? En los primeros versículos, Pablo les dice “yo primeramente les he enseñado esto” porque creía en el sacrificio y en el nombre de Jesús, con todo su corazón.
Evalúe su vida. Mire cuántas veces Dios lo ha usado y con cuánta gente, para abrir sus ojos y salgan de las tinieblas, a cuánta gente usted le ha ayudado a salir de su problema, quitarles el velo y que puedan ver claramente su vida y las bendiciones que tienen. A veces, las personas nos cuentan su problema y tal vez no lo veamos como uno muy grande, pero cuando decimos un versículo, oramos con ellas, damos una palabra, les es quitado el velo, pueden seguir, cobran ánimo y siguen adelante, porque hemos creído en el sacrificio de Cristo y en el nombre, que es sobre todo nombre: Jesús.