Bienaventurados los pobres de espíritu

Jesús sana a la hija de la mujer cananea

Mateo 15:21 (La Biblia de Las Américas): “Saliendo Jesús de allí, se retiró a la región de Tiro y de Sidón”

Las ciudades de Tiro y de Sidón, antiguamente eran habitadas por personas no judías, llamadas “gentiles”, entre ellos no había buenas relaciones y los judíos se referían a ellos como perros o gente despreciable. Estas ciudades eran muy importantes en el tiempo de Jesús, porque había comercio marítimo y terrestre, así como por la madera de cedro que producía para la construcción, por la resina para perfumes, entre otras cosas. En estas ciudades había mucho comercio y, por ende, su economía era muy estable. Es interesante resaltar que durante el tiempo en que Jesús desarrolla su ministerio, es la única vez que visita esas ciudades.

Mateo 15:22 (La Biblia de Las Américas): “Y he aquí, una mujer cananea que había salido de aquella comarca, comenzó a gritar, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada.”

Note lo siguiente: La mujer cananea abandonó todo lo secular, aquella comarca, su trajín, su rutina, su negocio, porque supo que en esa región estaba Jesús.

Es interesante que la mujer cananea, usa las mismas palabras que usó Bartimeo: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí; pero la diferencia entre la mujer y Bartimeo, es que ella le agregó algo más. Ella dijo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí. Reconoció el señorío de Jesús, luego le habló por su título mesiánico al decirle “Hijo de David” y después usó las palabras correctas, diciendo “ten misericordia de mí”. Recordemos que la palabra misericordia significa capacidad de perdonar y sanar. Y finalmente, añade “porque mi hija está terriblemente endemoniada”. A diferencia de Bartimeo, que le hace a Jesús una petición personal, la mujer cananea pide por su hija. Y notemos que no es una petición sencilla; ella se despoja de cualquier inhibición y le dice “terriblemente endemoniada”.

De lo anterior, extraemos los siguientes puntos para confiar totalmente en el Señor:

  1. Abandone su rutina diaria. Es importante dedicarle el tiempo al Señor, y no compartamos ese tiempo con distractores como el teléfono, la televisión, la rutina del hogar, sino busquemos al Señor de manera exclusiva, porque es el tiempo del Señor. La mujer cananea se apartó, salió de la comarca y empieza a gritar.
  2. Reconozcamos Su señorío.
  3. Usemos los títulos que el Señor tiene. Sanador, salvador, proveedor, buen pastor, príncipe de paz.
  4. Usemos las palabras correctas.
  5. Seamos claros con nuestra necesidad. Muchas veces fallamos en este punto, porque probablemente nos avergonzamos de nuestra petición; delante de Dios, debemos ser claros con nuestra necesidad. A la mujer cananea no le importó nada y fue clara con su petición, por muy dura que esta fuera: su hija estaba “terriblemente endemoniada”.

    No nos avergoncemos delante del Señor, en decirle nuestra necesidad. No podemos llegar y decirle: Dios mío, es que todavía me… todavía me… me gustan las mujeres, por ejemplo. ¿Por qué nos cuesta tanto decirlo claramente al Señor? Delante de las personas, es difícil. Como pastor, he tenido oportunidad de platicar con algunas personas que se acercan y me dicen cuál es su necesidad, confiando en que será el Señor el que resolverá la situación; yo les he preguntado cuál es su problema y les he pedido que sean claros, sin rodeos. Y después de platicar, encontramos soluciones. Dios nos  ayudará a salir adelante, o ¿acaso no somos sus hijos? Si valemos la sangre de Cristo, y no importa el error que hayamos cometido, el Señor nos sacará de allí.

    En el tiempo en que estuve enfermo, leí un libro que se llama “Los Generales de Dios”, en este se mencionaba a una persona con un gran avivamiento y dones extraordinarios, por un punto doctrinal que sostenía “si pecaste, ya Dios no te ama, vete de la iglesia”, perdió más de treinta mil miembros. ¿Dónde está la misericordia de Dios? La Biblia no dice eso, sino que Su misericordia es nueva cada mañana y grande es Su fidelidad.

    Volviendo con la mujer cananea, esta sale de la comarca, corre y empieza a gritar. Pensemos cuál era su pesar y su dolor, que no importándole nada, pudo expresar la crudeza de su necesidad delante del Señor: “mi hija está terriblemente endemoniada”. Sabemos que cuando alguien está poseído, mata, piensa en hacer daño tanto a su cuerpo como a otras personas, habla mentira, pues el diablo vino a matar, robar y destruir. Y no obstante, la mujer cananea tuvo el valor para decirle al Señor “mi hija está terriblemente endemoniada”. Para los que somos papás, les insto que oremos delante de Dios cuando las cosas no están bien. Póngaselo delante de Él, y recibirá su respuesta. Mis padres siempre oraban por mi carácter, pues cualquier cosa me enojaba. Estoy en un proceso y estoy luchando aún con ello, porque siempre quiero que las cosas estén bien, y a veces me enojo cuando no lo están, pero Dios me ha ido ayudando y cambiando.

    Mateo 15:23 (La Biblia de Las Américas): “Pero Él no le respondió palabra. Y acercándose sus discípulos, le rogaban, diciendo: Atiéndela, pues viene gritando tras nosotros.”

    Después que la mujer cananea se aparta, reconoce el señorío de Jesús, le habla con las palabras correctas y le expone su realidad, el Señor se queda callado. Eso es una de las cosas más feas que le puede pasar a uno como hijo de Dios. Pero, ¿por qué se quedó callado Jesús?

    1. Porque quería probar la fe de la mujer.
    2. Porque quería probar el nivel de perseverancia.
    3. Porque quería probar el nivel de humildad.

    ¿Cuántos de nosotros tenemos una petición delante de Dios, en la que Él ha permanecido callado? Hay una necesidad que tenemos, como hijos de Dios, de escuchar su voz. Nadie puede decir que no tiene hambre de Dios, lo que sucede es que somos desesperados y todo lo queremos en nuestro tiempo.

    Mateo 15:24 (La Biblia de Las Américas): “Y respondiendo Él, dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”

    El Señor no le dio una respuesta. Fue algo un poco más humillante. Es algo así como preguntarle a alguien si está enfermo, y luego decirle que no nos importa. Pero no es que Jesús sea malo, sino estaba exponiendo su prioridad: las ovejas perdidas de Israel.