Agar era una esclava que había nacido para trabajar, vivir y servir a Sara, la esposa de Abraham. A éste llamó el Señor, lo sacó de su tierra y de su parentela y le prometió que le nacería un hijo y que su descendencia sería una gran nación, incontable como la arena del mar y las estrellas, Sara era estéril y ambos eran de edad avanzada.
Dios tiene un plan perfecto
El tiempo avanzaba, transcurrieron aproximadamente veinticinco años desde la promesa fue dada, hasta que fue cumplida. Muchas veces, nosotros nos desesperamos después de seis meses, porque no vemos la respuesta que esperamos del Señor. Sara le dijo a Abraham que, como no veía la respuesta de parte de Dios, del hijo que les prometió, le iban a “ayudar” a Dios y le dijo: Como yo tengo mi esclava, te la voy a dar, para que tenga el hijo de la promesa y como todo lo que es de Agar, será mío, tendrá el hijo de la promesa y de allí vendrá la bendición.
Muchas veces nosotros somos así, metiéndonos en situaciones en la desesperación de creer que es por nuestra vida y camino, que vendrán las bendiciones de Dios, pero a veces, hacemos los procesos más largos. Si yo quiero recibir la promesa que el Señor me ha dado, debo mantenerme, ser perseverante y creer que Dios lo hará, porque cumple, no miente, es vivo.
Agar queda embarazada. Yo me pongo a pensar en ella: haber nacido para servir a alguien, llevar un bebé en el vientre durante nueve meses y después, tener que dárselo a mi jefa porque esa era la costumbre, ella lo quería y a ella le pertenecía. Cuando Agar queda embarazada, empiezan los problemas entre ellas, porque Sara siente celos y envidia porque no es ella la que quedó encinta y la empieza a molestar, Agar, por su parte, le lucía el vientre. Pero ese no era el plan perfecto de Dios, él no se equivoca ni se confunde en lo que nos promete. En ocasiones nos preguntamos “¿y cómo hará Dios esto y lo otro?” Dios abre caminos por donde no los hay, hace veredas por donde no existen, abre puertas donde menos nos imaginamos, ese es el Dios Todopoderoso en quien creemos y de quien hemos visto bendición.