Sara le dice a Abraham que ya no quiere a Agar en casa; Agar sabía que no gozaba de la simpatía de Sara y huyó, salió corriendo al desierto. Estaba llorando en el desierto cuando se le presenta Dios y tiene una epifanía, y le dice Dios: “Es mejor Agar, que regreses con ella y que le obedezcas; regresa con Sara a la casa, pero de mi parte, de mí, la promesa que hoy te estoy dando, que yo haré, será que tengas tantos descendientes, que nadie podrá contarlos”. En esta epifanía donde está el Señor, vemos: “Ahora estás embarazada y vas a tener un hijo, ponle por nombre Ismael, porque he escuchado tu llanto”.
¿Qué madre no se ha acercado al Señor, con lágrimas en sus ojos, a orar por sus hijos? O ¿qué padre? Mi corazón se ha conmovido cada vez más con los hijos que Dios me ha dado, yo veo a mi hija mayor hablar en público y me conmueve; al pequeño, saliendo en el acto del día de la madre, a mí me corrían las lágrimas y no podía ni tomar el celular para tomarle la foto, porque por el amor hacia los seres que Dios nos ha dado, se nos conmueven las entrañas. Dios le dice a Agar: “he escuchado tu llanto, te he oído”. Dios nos oye. Ninguna de las lágrimas que hemos derramado con sinceridad delante de Dios, han caído en tierra seca, sino en las manos de Dios, las ha visto con agrado y nos escucha.
Vemos entonces que Dios bendijo también a Agar. Y usted tal vez se preguntará por qué bendijo a Agar, si era Sara la del plan, pero Dios cumple sus promesas y le había dicho a Abraham que iba a ser padre de multitudes, por tanto, independientemente de lo que hicieron, Dios iba a permanecer fiel a lo que había dictado sobre su vida; bendijo a Agar y ella regresa. Lo impresionante de esto, es que en todo el Antiguo Testamento, a la única mujer a la que Dios se le presenta, es a Agar. Una mujer que, si usted quiere, no tenía el conocimiento de Dios a la perfección, era una esclava egipcia, posiblemente creía en muchos dioses, o tal vez ni siquiera pensaba en la existencia de alguien como Dios supremo y universal. Pero en sus planes, Dios escoge lo que tal vez nosotros no escogeríamos, Él tiene sus planes perfectos y llama a lo que Él ama. Dios nos ama incondicionalmente.
El siguiente verso dice: “Ismael será entre los hombres igual que un caballo salvaje, tendrá que luchar contra todos, pues todos lucharán contra él, pero logrará establecerse en su propio territorio, aún en contra de sus hermanos.” Después de aquello que Dios le habló a Agar, le puso por nombre “Tú eres el Dios que todo lo ve”. Tenemos un Dios que nos escucha y todo lo ve. Es omnipresente y omnipotente, amoroso, por tanto, a quien mejor puedo acudir en la adversidad y en los problemas, es delante de un Dios que todo lo ve, me mira y lo hace con amor. Si yo tengo al Señor y Él vive en mí, aún más justificado, a través de Él.