Agar da a luz un bebé, Ismael, crece; cumple trece años, Abraham vive muy preocupado de la vida de Ismael, porque había roces entre Sara y el niño. Dios le recordó a Abraham que es Sara la que va a tener el hijo de la promesa y Sara resulta esperando bebé y nace Isaac. Pero entonces empieza a haber conflictos, porque Ismael se burla de Isaac.
Yo les cuento esta historia porque me impresiona, Dios es perfecto. A veces pienso que muchas veces no acudimos a la presencia del Señor ni le buscamos, porque sentimos que somos indignos, pero yo les quiero decir que nos pongamos a cuentas con Él, y le pidamos nuestras bendiciones, porque a pesar de nuestras imperfecciones, no vamos a dejar de percibir lo que Él ha dictado para nosotros. Debemos creer en lo que Él ha dicho, pero debemos pedirle que nos ayude a cambiar, que nos de libertad, que nos ayude a caminar en fe, recibir, porque ¡créanme! Dios se les va a aparecer y les va a hablar, porque Él habla y lo hace audiblemente y nos dicta en nuestros corazones qué es lo que debemos hacer.
Y el pasaje continúa: “Y es que dijo: He visto al Dios que me ha visto” Tú eres el Dios que todo lo ve y escucha nuestro llanto, nuestras oraciones, recuerda lo que ha prometido que va a hacer en tu vida, recuerda el propósito por el cual estás caminando en esta tierra, sabe cuáles son los anhelos de tu corazón, sabe hacia dónde quiere que lleguen tus hijos, sabe qué ha planificado para tu vida y para los demás, sabe tus sueños, tus anhelos, lo que estás pasando; todo es que podamos llegar ante su presencia con un corazón genuino y decirle, Señor yo te amo, sé que me escuchas y me amas, y que me puedes levantar, restaurar y ayudarme a hacer las cosas diferentes, quiero la paz en mi casa, en donde estoy, quiero vivir tu gloria en mi vida. “He visto al Dios que me ha visto” y les hablo de alguien en el Antiguo Testamento, cuánto más nosotros, que tenemos al Espíritu Santo habitando en medio de nuestras vidas, nosotros podemos vivir, ver y escuchar la gloria de Dios en nuestros corazones. Aquella mujer regresó a aquella casa con el conocimiento de que existe un Dios Todopoderoso.
Crece el niño, como les contaba, llega el momento en el que tiene que salir. El Señor le dice a Abraham: “No te preocupes por el niño ni por la esclava, haz todo lo que Sara te pida; tu descendencia vendrá a través de Isaac”. Y sale Agar al desierto, con su niño. “Pero también con los descendientes del hijo de tu esclava, haré una gran nación, pues él es hijo tuyo”. Lo que Dios le prometió, lo cumplió, tanto con el hijo de la promesa, como con el hijo de Agar, que no estaba en el plan, pero lo bendijo, porque Él había dado su palabra y no se arrepiente.
Dios escucha el llanto de Agar, bendice a Ismael y, de hecho, en la actualidad, es una nación de las más poderosas del mundo, porque Dios ha permanecido fiel hasta hoy a lo que prometió.
Entonces Agar empieza a caminar, se va al desierto y cuando está allí, sólo le dan un pan y una cantimplora con agua. ¿Quién ha sentido calor, estos días? No podemos dormir a causa del calor, bebemos y bebemos agua, todo lo que podamos consumir para refrescarnos. ¿Pueden imaginarse el desierto, con una cantimplora? Así se fue Agar por el desierto, y cuando caminaban, el agua se terminó y ella dice “ya no puedo seguir avanzando”. Tal vez pensamos que el hijo de Agar era un bebé, pero ya era un muchacho, aproximadamente tendría entre quince y dieciséis años, ella lo ve que se estaba desmayando a causa del calor, ella lo acuesta bajo un arbusto, ella se retira a llorar, pero Dios oyó los gritos del niño y llamó a Agar, desde el cielo, y le preguntó ¿qué te pasa? No tengas miedo, ya escuché los gritos del niño, anda, levántalo y tómalo de la mano, no morirá, pues sus descendientes llegarán a ser una gran nación, no me he olvidado de las promesas; te hablé antes de que naciera, pero te lo recuerdo, que hay una promesa y un pacto mío hacia ti y lo voy a cumplir. En ese momento, Dios permitió que Agar viera un pozo de agua, ella corrió a llenar la bolsa y le dio de beber al niño y dice la historia que ella lo toma, lo levanta y él llega a instituirse en el desierto como una gran nación y a ser un hombre que manejaba el arco y la caza diestramente, Dios permitió que creciera y llegara a hacer, lo que él había prometido. Le dice a Agar: “Vuelve al pozo, donde yo me presenté contigo, ve y bebe agua, llena tu cantimplora, y dale de beber”. El Señor me decía que, si quiero sus promesas, debo volver a la fuente de donde viene la palabra, si quiero lo que Él ha dicho, debo conocer la fuente, debo beber de ella, debo recibir de la fuente inagotable, porque el pozo y el agua, es figura de Palabra de Dios.