1. No pierda la autoridad de Dios.
A veces, confundimos la actitud de autoridad con la de enojo, pero no son lo mismo. Vea la escena: el profeto estaba parado delante del rey, la máxima autoridad, y es el profeta el que le da la orden al rey. ¿No tendría que haber sido al revés? La autoridad que Dios nos da hay que cuidarla y no entregarla tan fácilmente. Cuando la persona recién ingresa a la universidad, los compañeros de clase empiezan a pensar en hacer cosas como fumar y beber, pero ésta piensa: “¿A dónde me voy? ¿Qué hago?” y con actitud de timidez, pero ¿por qué? ¿Acaso Dios no nos ha dado autoridad para decir: “yo no tomo, no fumo, no me drogo, vengo a estudiar y si hay oportunidad de hablar del reino de Dios? O a veces, cuando se va a hacer un negocio, rehusarse a hacer transacciones a escondidas, para que se concrete. En ese momento, si nosotros aceptamos, el diablo nos desarma. Debemos cuidar la autoridad de Dios.
Elías se paró, les habló francamente, confrontó al rey y con autoridad, los mandó a reunir a todos, ¿Por qué? Porque en su corazón había confianza plena de que Dios lo iba a respaldar en este nuevo proceso. Estaba confiando plenamente en el Señor de que nuevamente sucedería algo sobrenatural. El ser alimentado por cuervos, fue algo sobrenatural, así como la multiplicación del aceite y harina de la viuda y la resurrección del hijo de ella. Ahora, algo sobrenatural estaba por suceder, algo glorioso.
Parémonos con la autoridad de Dios.
1º Reyes 18:21 (TLA): “Elías se acercó al pueblo y le preguntó: ¿Por cuánto tiempo van a estar cambiando de dios? Tienen que decidirse por el Dio de Israel o por Baal. Y si Baal es el verdadero dios, síganlo a él. El pueblo no contestó nada. Entonces Elías agregó: Yo soy el único profeta de Dios que ha quedado con vida, pero acá hay cuatrocientos cincuenta profetas de Baal.”
2. La identidad y la valentía.
Si yo no tengo claro quién soy en el Señor, estoy en problemas. Yo sé lo que soy y tengo en el Señor. Elías convoca a todos y les dice que él solo, con el respaldo de Dios, se enfrentará a ellos, cuatrocientos cincuenta. Eso es valentía. Pero es importante que antes de la valentía, exista la identidad. No me enfrentaré contra una persona que esté endemoniada, si no sé que tengo al Señor en mi corazón, no tengo clara la autoridad que tengo, si no creo que el nombre de Jesús tiene poder, sería ilógico. Debido a que el profeta sabía quién era y con quién estaba, pudo enfrentarse a muchos profetas baales, siendo el único representante del reino.
Estas dos cosas nos ayudarán muchísimo para llegar a ver lo sobrenatural de Dios, porque hay gente que, pidiéndole a Dios, no le creen y a Él hay que creerle con todo el corazón. Cuando Dios lo llame a hacer algo, el requisito principal es confiar en Él, en esa voz que vino a su corazón. Elías no estuvo en dos pensamientos ni dudó por la cantidad de profetas contra los que se enfrentaba, sabía que el Señor estaba con él, no vaciló y las otras personas se quedaron calladas, porque vacilaban.
Cuando usted le habla del Señor a una persona, y ésta le responde que ya es parte de la iglesia, todavía está en dos pensamientos; cuando a usted le dicen “Dios puede restaurar tu negocio, tu hogar” y se queda inseguro, esa es una persona de dos pensamientos.
¿Cuántos se animarían a enfrentar a una persona que tenga cinta negra, sin ser karateca? Algo así se habrá sentido el profeta, pero seguramente pensó: “no importa si son cuatrocientos cincuenta u ochocientos, el que está conmigo, es el mejor, es el Poderoso y ¡jamás me abandonará!”
1º Reyes 18:23-24 (TLA): “Traigan dos toros, y que los profetas de Baal elijan uno. Que lo corten en pedazos, lo pongan sobre la leña y no prendan el fuego. Yo voy a preparar el otro toro, lo voy a poner sobre la leña y tampoco voy a prender el fuego. Pídanle a Baal y yo le pediré al Dios de Israel, y el Dios que responda con fuego es el verdadero Dios. Todo el pueblo contestó: ¡Nos parece buena idea!”
¿Por qué fue hasta este momento que el pueblo de Israel dijo que era buena idea? Porque esa es la naturaleza de la persona, no es hasta que ve algo, que cree. El profeta fue astuto, como debemos ser nosotros: Aquel que responda con fuego, es el verdadero Dios. ¿Por qué fuego? Porque el fuego consume, esteriliza, desaparece, absorbe, elimina cualquier impureza y el profeta seguramente dijo “si cae fuego, les quito la cabeza a todos, espiritualmente. Porque ¿quién ha hecho llover fuego? El profeta directamente, golpea la razón humana de estas personas.