En 1984, gané el segundo lugar en el lanzamiento de jabalina y pelota a nivel interescolar. Y recuerdo que mi entrenador decía claramente: Tenés que ir a correr, hasta que regresés gateando. Y yo pensaba “¿por qué le tengo que hacer caso? ¿por qué debo correr y regresar gateando, si yo estoy en la especialidad de lanzamiento? ¿qué quiere hacer conmigo?” Y entrenaba hasta que efectivamente regresaba gateando hasta donde él estaba, porque me decía “aún te falta, aún te falta”. Cuando llegaba literalmente gateando, decía: “bueno, descansá un poquito, te veo mañana”. Yo pensaba “¿y el lanzamiento? ¿a qué hora vamos a practicar, y las técnicas? ¡Pero si yo lo que quiero es lanzar!” era algo parecido a la película Karate Kid, que el muchacho no entendía para qué el entrenamiento, igual era yo: carrera, sentadillas, de todo, y yo seguía preguntándome hasta cuándo practicaría el lanzamiento. Después de un tiempo, cuando ya no llegaba gateando, me preguntaba cómo me sentía y decía: “muy bien, ya te estás fortaleciendo, estás siendo valiente y disciplinado. Ya te aflojé el cuerpo”. Finalmente, empecé a tomar la jabalina; terminaba con mucho dolor en mi brazo, al percatarse el entrenador, me instruyó a hacer otros ejercicios, pero no hacía lanzamientos todavía y yo me sentía inconforme y aprehensivo con el tiempo, porque la competencia se acercaba. El decía “ahora no te preocupés hasta dónde vas a llegar la pelota y jabalina, preocupate en que tenés que ganar, eso sí, y vas a empezar de esta manera”. Pasó el tiempo, la interescolar se acercaba y al fin, empezamos a lanzar. Él me corregía la técnica –a decir verdad, no llegaba muy lejos- y él seguía enseñándome la técnica, yo debía practicar y practicar. Fue disciplina, esfuerzo, tiempo, entre otras cosas.
Igual es en el Señor; a diferencia de hacer sentadillas y llegar gateando a un lugar, en el Señor debemos tener una buena relación con Él, para entender el proceso y llegar muy lejos. Si quiero ser un ganador de almas y entender el plan de Dios, tengo que tener una buena relación con Él y entender cada uno de los procesos. A veces atravesamos procesos muy desagradables, así como mi entrenamiento, yo no entendía por qué pasaba por allí, pero luego, uno entiende lo que viene, y la bendición de Dios no se ha apartado ni Él nos ha dejado, lo que pasa es que estamos en un proceso de formación, para llegar a hacer las cosas bien. El entrenador me dijo un día: “Te voy a dar el tip de todo buen lanzador de jabalina: Primero, no mirés a tus contrincantes”. Yo tenía contrincantes del Liceo Guatemala, del Colegio de los Infantes, del Liceo Javier, pero quienes más me preocupaban, eran los de la Escuela Politécnica, porque tenían la fama de ser los más fuertes, corpulentos y hasta una expresión ruda y cuando se presentaban a la competencia, eran jóvenes musculosos. Pero mi entrenador dijo: “no te fijés en la constitución de tu contrincante, y menos aún si te hace gestos, ese que los hace, está preocupado por lo que harás”. Hice mío el tip. Cuando vi muchacho de la Escuela Politécnica, no le vi el rostro, sólo los brazos y pensé que yo le daría risa, porque seguramente él haría un mejor lanzamiento que el mío. Pero durante la competencia, demostró que no tenía la técnica, seguramente no había escuchado a su entrenador, y bendito sea Dios, participamos en la competencia y fíjese en esto, algo muy interesante: alguien tan delgado como yo –en ese tiempo- fue el que ganó, era del Liceo Javier, yo representaba al Colegio San Sebastián, quedé en segundo lugar por una diferencia de cinco centímetros en el lanzamiento de jabalina y después de mí, el de la Escuela Politécnica. Y yo pensé “bueno, no le sirvieron los músculos a este joven”; en la competencia del lanzamiento de pelota le gané al del Liceo Javier.
En el Señor es similar. Dios quiere que lleguemos muy lejos y que hagamos las cosas bien, pero debemos aceptar su entrenamiento, sus palabras y el momento en que tenemos que hacer las cosas. Yo creo con todo mi corazón, que ganaremos muchas personas para el Señor, mucha gente será sana, libre, muchos empresarios se levantarán aquí, se darán muchas herramientas y grandes cosas se harán, capacitación a pastores, pero lo primero que debemos hacer, es cambiar nuestra mentalidad.
Cuando empezamos las reuniones en el hotel, con el equipo base, me dijeron “Pastor, vamos a hacer el lanzamiento de la visión. ¿cómo lo haremos?” Lo planificamos y cuando hicimos el lanzamiento, alguien me preguntó cómo íbamos a pagar la renta del espacio en el hotel. Yo no sabía cómo, yo les contesté: “yo lo único que tengo es fe y una tarjeta dorada”. Imagínense que mi forma de pensar hubiera sido negativa, pensando que no contábamos con el dinero en ese momento, ¿qué hubiera pasado? Pero no, era el tiempo de hacerlo. Yo lo había planificado para antes, pero fue en octubre de dos mil diez que lo hicimos y cuando se dio, el primero que debía poner el ejemplo de tener otra mentalidad, era yo, porque no me pondría negativo, diciendo que no teníamos los recursos, que hiciéramos una colecta y después viéramos qué hacíamos… no, actuamos en fe, sabíamos que debíamos presentar el proyecto y hacerlo. Y cuando lo hicimos, el Señor me dijo que recogiéramos, como primicia del proyecto, una ofrenda. Yo no tuve que hablar mayor cosa, un amigo habló y en esa primera reunión –vea hasta dónde puede llegar uno con su forma de pensar- recogimos el dinero suficiente para pagar las siguientes tres reuniones en el hotel. Yo creía que tendría que pagar con mi tarjeta y desde allí, Dios empezó a enseñarme que los que confiamos y tenemos una manera diferente de pensar, él siempre nos va a respaldar, siempre.
Esta bodega donde hoy tenemos las instalaciones de la iglesia, es un milagro. Un libanés nos la alquiló y me preguntó qué haríamos en este lugar, yo le expliqué la visión y a él le pareció muy bueno que realizáramos el proyecto, que hiciéramos algo diferente.
Cuando nosotros cambiamos nuestra forma de pensar, Dios nos lleva muy lejos. Pablo decía “yo hago cualquier cosa, para ganarme a algunos”. Hay gente que no hace nada y no gana nada. Éstos tienen problemas. Pero nosotros debemos cambiar nuestra forma de pensar. ¿Sabe cuáles son muchos obstáculos? Pensar que aquella persona es profesional y hablarle del Señor, lo considerará tonto; o pensar que aquel otro es empresario y, ¿para qué hablarle, si su dinero es su Dios? Ese es nuestro trabajo, enseñarle a esta persona que hay algo mejor que el dinero, que los bienes, y es la misma presencia de Dios en nuestra vida, pero debemos cambiar nuestro pensamiento.
Las sillas donde ustedes hoy están sentados, es un paso de fe que yo nunca antes había dado. Gracias a Dios y a unos amigos y sus contactos, hoy tenemos estas sillas, pero yo no me puse a pensar que no tenía los recursos o tal vez no serían del agrado de los hermanos. No. Si Dios dice, éstas son, así es.
Dios nos va a llevar a otro nivel de fe, yo lo he estado oyendo y creyendo y le diré por qué: Para tiempos de crisis y tiempos difíciles, la mejor herramienta que tenemos los hijos de Dios, es otro nivel de fe. Se lo diré de una manera más sencilla: deje ya de pensar que no lo va a lograr, que no saldrá de esta situación, que el negocio no está prosperando, que en cualquier momento se quedará sin trabajo. No. Haga las cosas bien, haga buenos negocios y el Señor lo va a respaldar. Así es como funciona, el dueño del negocio o del lugar donde usted está, es Dios; Él permite que usted esté allí, hagamos las cosas bien. Alguien que tiene una mentalidad de ganador, la tiene en todas las áreas de su vida, es alguien íntegro, no debemos pensar que “llegaré tarde al trabajo, si igual, el jefe no lo notará” o “no voy a ensayar la alabanza, si igual, el pastor no lo notará”. Ponga atención en esto: Todo lo que vamos a desarrollar aquí en la iglesia, es con la mentalidad de ganadores, de gente exitosa, que lo transmitirá a los demás.
Alguien podrá decirme: “Pastor, hace tiempo que Dios no me habla”. Él te hablará, porque no te va a dejar y sigue siendo tu papá. “Pastor, hace tiempo que Dios no me usa”, pues Él te levantará nuevamente y si este es el lugar, lo harás a lo grande, para darle gloria a Él. “Pastor, vea, es que no es la primera vez que me va mal, es una y otra y otra vez” Sí, pero Dios te va a levantar. ¿Sabe en qué es experto el diablo? En sembrar el negativismo en nuestra mente. Yo le pido a Dios que tengamos la mentalidad que Pablo tenía. Las cosas pueden estar difíciles, pero no cambiaré mi forma de pensar, porque Dios está conmigo.
Hace tiempo hablaba con alguien que me decía: “Pastor, no logro salir, no sé por qué. Salgo y caigo, una y otra vez, es cíclico”. Él era cristiano, tenía privilegio en la iglesia. Pero me decía que no lograba salir de la situación en que estaba. Le pregunté en quién confiaba y él contestó: “Yo he puesto todo mi empeño, he tratado, pero no lo logro”. Prácticamente, me dijo que confiaba en sí mismo, no en Dios. Para llegar muy lejos, tanto secular como ministerialmente, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar, ya no ver lo negativo del mundo, sino las bendiciones que Dios tiene para nosotros.
Tal vez usted pensará que no hay un negocio que le de buenos resultados, que no sanamos de alguna enfermedad, pero el Señor lo hará, pero debemos pedírselo. Vamos a creerle a Dios con todo nuestro corazón, vamos a hacer las cosas bien, y Él nos bendecirá.
1ª Corintios 9:24 (RVR95): “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”
Acompáñeme a esta porción en que habla Jesús:
Juan 17:4 (RVR95): “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciera.”
Cada uno de nosotros nace y algún día tiene la bendición de encontrarse con el Señor, Él nos encuentra y nos perdona. A partir de allí, tenemos la oportunidad de conocer el propósito por el cual estamos sobre esta tierra y vuelvo a decírselo: Solo entendemos y conocemos para qué estamos en esta tierra, cuando tenemos una buena relación con Dios. Y en esta porción, Jesús le dice al Padre que ha hecho todo lo que le mandó hacer, eso quiere decir que tenía una buena comunicación con el Padre y todo el plan que tenía que realizar, lo hizo, y en ese momento lo afirma. Alguien que no ha cambiado su forma de pensar, será capaz de decir lo que Jesús expresa en este pasaje.