En agosto del año pasado, me enfermé y fui intervenido quirúrgicamente. Estando en la cama del hospital, le preguntaba al Señor por qué no me morí. Pasé cinco días sin probar bocado y hasta el quinto día pude probar un poco de agua. Pero luego lo entendí: aún me falta algo qué hacer. Y en cuarenta días, el Señor me habló aún más sobre este proyecto y lo que estamos desarrollando, y empecé a entender más a Dios. Él tuvo que poner una pausa en mi vida, para que yo entendiera lo que tenía que hacer. No me morí, todavía tengo cosas pendientes, pero voy a esto: El Señor me bendijo con más vida, ahora es mi deber y mi responsabilidad delante de Dios, es hacer lo que me mandó. Y las palabras que Jesús dice en el evangelio de Juan, al indicar que ha culminado la obra que le fue encomendada, las podremos repetir nosotros delante del Señor, si cambiamos nuestra forma de pensar, de lo contrario, no será capaz de hacerlo, porque no entenderá el plan de Dios y todo lo que tiene preparado para su vida, ni tendrá ganas, sino que se distraerá en otras cosas; si algo tenemos que hacer, es Su voluntad, para que Él se lleve la gloria. Debo encontrar la voluntad de Dios, para que Él se lleve la gloria. El mismo Hijo lo hizo, al decir “Yo te he glorificado en la tierra”. Cuando alguien tiene una mente de ganador, no piensa en ganar protagonismo ni en sí mismo, sino persigue que el nombre de Dios resalte y sea exaltado.
Cuando ustedes hagan algo en donde el Señor se lleve la gloria, no sólo en su ministerio, sino en cualquier área de su vida, la gente empezará a preguntarse ¿por qué le irá tan bien a esta persona? Hay una hermana que vende flores en el mercado de la veinte calle de la zona uno. Ustedes recuerdan que el Pastor Josué la ponía de ejemplo, porque ella presentaba su diezmo diario, sobre las ventas que hacía. Recuerdo a la hermana, porque ella me compartía, diciendo: “Dios me bendice grandemente” creo que ya tiene otros siete negocios, pero ¿por qué? Ella organiza cultos en el mercado, de agradecimiento al Señor, siempre hay una actividad especial. Así que ¿cómo no la va a bendecir Dios, si le da lo que corresponde, le da gloria a Dios? Y no están alabando a la señora del mercado, sino que la gloria se la da al Señor.
Hoy oramos por este lugar y lo dedicamos; dentro de un tiempo, oraremos para declarar totalmente inaugurado este templo, cuando culminemos lo que tenemos pensado hacer aquí, según lo diseñado por los arquitectos. Ese día, nuevamente le daremos gloria a Dios, por la vida, la provisión y porque pondremos este lugar, digno de ministrar Su presencia.
Tal vez usted tenga un sueño o una necesidad y no ha logrado solventarla, tanto secular como espiritualmente, pero a partir de hoy:
1. Poniendo al Señor en primer lugar
2. Arreglando su relación con Él
3. Cambiando la forma de pensar
Usted lo logrará en un tiempo récord. A todos nos quiere bendecir el Señor, pero debemos cambiar nuestra forma de pensar. Nuestra oración debe ser pedirle a Dios que nos use de una manera extraordinaria, para que Su nombre sea exaltado.