En esta semana celebramos el día del padre, los restaurantes estaban llenos, durante todo el día hubo celebración, y gracias a Dios por quienes tuvimos la oportunidad de agasajar a nuestros padres; sin embargo, vi en un matutino cómo celebran su día los padres famosos, me llamó la atención porque un padre famoso, Arnold Schwarzenegger, padre de familia, gobernador y, de repente, salió a la luz que tiene un hijo fuera de su matrimonio, desde hace tiempo; Brad Pitt, con sus hijos adoptivos; Ricky Martin salió con sus gemelos y expresando su deseo por tener una niña. Yo me sorprendí porque esto es lo famoso en el mundo; nosotros en la iglesia, debemos enseñar a los padres a ser famosos, pero ¿delante de quién? Porque estas personalidades son famosas delante del mundo, pero ¿delante de Dios, de su familia? Tal vez no.
Hoy veremos cómo ser un padre famoso, a la luz de la Palabra, primeramente delante de Dios, luego en nuestra casa, que nuestros hijos puedan admirarnos.
En Lucas 15, el Señor hace énfasis en la importancia del arrepentimiento, del perdón y de que vino a buscar lo que se había perdido; habla de tres cosas: de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo pródigo. Esta última historia la hemos estudiado con énfasis en el arrepentimiento y perdón, cómo una persona puede arrepentirse, regresar y retomar el camino trazado por Dios. Pero leyéndolo, advertí algunas cosas importantes referentes al padre que aparece en la última de las historias.
Lucas 15:11-12 (BLS): “Jesús también les dijo: «Un hombre tenía dos hijos. Un día, el hijo más joven le dijo a su padre: “Papá, dame la parte de tu propiedad que me toca como herencia.” Entonces el padre repartió la herencia entre sus dos hijos”.
Históricamente, para repartir una herencia debía hacerse, primeramente, después de que el padre fallecía y del hijo mayor al hijo menor; en esta porción, es el hijo menor quien pidió la herencia. Yo me preguntaba cómo es que las generaciones no respetan.