¿Cómo seleccionamos a las personas a quienes podemos delegar trabajo?
Esta es una pregunta importante. ¿A quiénes escogemos para capacitar? La respuesta puede ser encontrada en Hechos 6:1-4.
“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.”
El buen liderazgo responde con efectividad a la necesidad de más líderes y trabajadores. En la iglesia primitiva, nadie votó para determinar la identidad de estas personas. Los apóstoles tenían cualidades específicas en mente para los líderes que querían, y escogieron a hombres que fueran:
- Conocidos por su esfera de influencia: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros”.
- Creyentes conocidos: “hermanos”.
- Personas que pudieran servir en un equipo: “siete varones”.
- De confianza entre las personas: “de buen testimonio”.
- Con autoridad para la tarea: “llenos del Espíritu Santo”.
- Competentes e inteligentes: “y de sabiduría”.
- Responsables: “a quienes encarguemos de este trabajo”.
¿Cómo desarrollamos a otros mientras delegamos el ministerio?
- Conózcase. Familiarícese con las áreas fuertes que les delega en el trabajo.
- Conozca a la persona que desea desarrollar. Sus áreas fuertes y debilidades.
- Defina claramente lo que le asignará. No deje ninguna duda, escríbalo.
- Enseñe el “por qué” de la tarea. Hágales saber por qué es importante.
- Analice con ellos su proceso de crecimiento, durante la ejecución del trabajo. Dígales cómo crecerán.
- Tenga relación con ellos. Invierta tiempo en donde no esté hablando de trabajo.
- Permítales observar su ministerio. Déjelos observar y ser retroalimentados por usted.
- Deles los recursos y la autoridad que necesiten. Provea los recursos para que hagan el trabajo.
- Anímeles a que lleven un diario durante el proceso. Ayúdeles a interpretar el proceso.
- Hágalos responsables por el ministerio. Obtenga permiso para alinearlos.
- Deles la libertad para fallar. Comuníqueles que pueden aprender conforme avanzan.
- Instruya y afirme con regularidad. Anímeles en todo el camino, conforme avanzan.