El ejemplo de Jesús como mentor
Jesús enfrentó la tarea de cambiar las vidas de las personas miles de años después que Él, y tuvo éxito. Él lo hizo sin escribir ningún libro, sin construir ninguna escuela y sin fundar ninguna institución. De manera que si Jesús escogió dejar Su legado en personas, nosotros deberíamos aprender Su método y practicarlo lo mejor que podamos. En la Biblia encontramos el modelo ideal a seguir de un mentor: Jesús, el Maestro principal. Lo hizo de la siguiente manera:
- Instrucción en un contexto relacionado con la vida. Él les enseñó y los instruyó verbalmente.
Jesús constantemente enseñó, con más frecuencia en parábolas, y discutió cientos de asuntos con los doce. Cuando los discípulos le preguntaban el significado de una parábola, Él se las explicaba, revelándoles verdades profundas envueltas en la historia. Aunque su manera de enseñarles era mucho más que “palabras”, ciertamente involucraba instrucciones cuidadosas.
“…subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba…” (Mateo 5:1-2).
- Demostración en un contexto relacionado con la vida. Él fue modelo a seguir para que sus discípulos los observaran.
La filosofía educacional confía fuertemente en la instrucción. Si Jesús hubiera enseñado a sus discípulos solamente con palabras, sin hacer nada más, nunca hubieran llevado Su legado, pero Jesús compartió Su vida con ellos. Él deliberadamente dio su vida a sus discípulos como en ejemplo a observar. Él sabía que así aprenderían más rápido, si Él les demostraba, no sólo les decía. Él les enseñó con Su vida.
“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”
(1ª Juan 13:15).
- Experiencia en un contexto relacionado con la vida. Él permitió a sus discípulos participar / aplicar la verdad ellos mismos.
Después que Jesús fue modelo de lo que es un buen liderazgo y enseñó verdades espirituales, no dejó a sus hombres y se fue. Él gradualmente trabajó con ellos y los llevó a posiciones de liderazgo independientes, a través de darles experiencia valiosa. Jesús les transfirió la responsabilidad que sintió para el avance del Reino de Dios. Jesús les dio a sus seguidores una oportunidad de poner en práctica lo que Él les había enseñado y de practicar liderazgo. Les dio a todos la posesión del ministerio a través del delegar y la autoridad.
“Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.” (Marcos 6:7)
- Aplicó la evaluación en un contexto de la vida real. Él recopiló sus experiencias compartidas y evaluó su crecimiento.
Jesús repetidamente evaluaba el progreso de sus discípulos. Después del regreso de los setenta, Él recopiló sus experiencias, les dio instrucciones concernientes a las prioridades, y celebró con ellos. (Lucas 10: 17-24)
También le dio a cada uno una apreciación personal incluyendo comentarios específicos concernientes a su carácter y sus capacidades. Una vez que Él les había confiado tareas, sabía que necesitaban dar cuentas de su desempeño.
“Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”. (Lucas 10:20)
La parte hermosa de estos principios es que cada uno de nosotros los puede aplicar. Son conceptos transferibles, de manera que cualquier persona, de cualquier generación, de cualquier lugar, los puede practicar. Si usted quiere dejar un legado, debe buscar personas que lo lleven por usted. Encuentre las personas correctas, y use el proceso correcto de preparación para cada uno de ellos. Nadie puede dar lo que no tiene.