3. Mataré todo mal deseo.
Colosenses 3:5-7 (TLA): “Por eso, den muerte a todos sus malos deseos; no tengan relaciones sexuales prohibidas, no sean indecentes, dominen sus malos deseos, y no busquen amontonar dinero, pues es lo mismo que adorar a dioses falsos Todo esto hace que Dios se enoje con los desobedientes. Ustedes mismos se comportaban así antes de conocer a Cristo.”
Me llama la atención, la primera parte del verso 5 en esta versión, que dice: “…den muerte a todos sus malos deseos…” y luego hace una lista, tal vez la nuestra es un poco más grande. ¿Cuáles fueron los deseos en nuestro corazón, para este año? Acabo de leerles: hagamos lo que a Dios le agrada. Pablo dice “maten los malos deseos”, yo les digo que no tengan misericordia con los malos deseos. Probablemente alguno piense: “es que de vez en cuando, me dan ganas de probar otra vez, aquellas bebidas que me arañaban la garganta…” eso es un mal deseo, porque sabemos que si lo hacemos de nuevo, caeremos en el vicio otra vez; entonces, debemos cortar el mal deseo, de raíz. Hay otros deseos, que son malos y no debemos practicar más, por ejemplo: “no tengo ganas de hablar del Señor, a mis compañeros de trabajo, de negocios, de universidad”. Yo debo estar deseoso de compartir las cosas de Dios y lo que Él ha hecho conmigo. Pablo es claro y dice “maten sus malos deseos”. El hijo de Dios no debe tener misericordia del diablo ni de los pensamientos que nos envía como dardos, porque ¿tiene misericordia de nosotros el diablo?
Por eso, desde mañana, cuando se levante, usted debe matar todo mal deseo. Ya no es tiempo de desear cosas malas, sino tratar que nuestra mente piense todo lo bueno para usted mismo, su familia y los que lo rodean.