Vive como una persona perdonada

 

El verso 46 dice que perseveran unánimes en el templo, cuando leemos Hebreos 10:25, la Palabra nos dice “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos y tanto más cuando ven que aquel día se acerca” (TLA) “No dejemos de reunirnos, como hacen algunos. Al contrario, animémonos cada vez más a seguir confiando en Dios, y más aún cuando ya vemos que se acerca el día en que el Señor juzgará a todo el mundo”.

 

Piense en el día domingo en la mañana ¿quién es el que lo motiva a ir a la iglesia? Qué lindo es cuando hay una familia saludable que ama la Palabra, que ama al Señor y que se levanta para ir a la iglesia, solo con el hecho de haber abierto nuestros ojos hoy, es razón suficiente para que nos levantáramos brincando de la cama y que le dijéramos al Señor “hoy es el día que voy a ir a adorar tu Santo nombre, con mis hermanos, juntos en armonía”.

 

Observemos la actitud de los discípulos: el Señor murió, resucitó y estuvo 40 días con la gente, después de que se fue al cielo, pasaron 10 días para que viniera la promesa del Espíritu, pero cuando vino la promesa, ellos estaban juntos esperándola, eso quiere decir que congregarnos y tener claro a qué venimos a la iglesia, facilita el mover del Espíritu Santo, el Señor se goza, seguramente se emociona y se deleita cuando ve un pueblo que entiende a qué viene; yo les he dicho a los que han ministrado acá, “no volvamos esto una clase de gimnasia, es tiempo de que vayamos entendiendo para qué nos reunimos y que sepamos a quién venimos a adorar, de manera que no hay que estarle diciendo a la congregación, levante sus manos y cierren sus ojos” ya cada uno sabe a lo que viene, eso es parte de una iglesia saludable, entender que cuando levantamos nuestras manos es en señal de humildad, es a Dios al que venimos a adorar y Él ve el corazón con el que nosotros venimos, la presencia de Dios está con nosotros, lo bello es el momento de  adoración todos juntos, nosotros somos los que nos lo perdemos si venimos con problemas y no los dejamos, yo me pierdo ese tiempo de adoración y de exaltación a Dios y seguramente el corazón del Señor se debe entristecer de ver que en sus hijos, los problemas son más grandes que Él,  cuando Él siempre será más grande que cualquier problema.