Hechos 1:14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Una buena costumbre, por lo regular, trae buenos resultados, hay veces que no he logrado entender por qué la gente se ausenta o no le gusta participar en cultos de oración y creo que muchas veces es por ignorancia, porque piensan que es aburrido.
El capítulo 4 del libro de los Hechos, narra cuando toman prisioneros a Pedro y a Juan, pero los liberan con la condición de que dejen de hablar de Jesús. Mucha gente piensa que orar es solo dar gracias por la vida y después empezar con un montón de peticiones; Dios ya nos conoce; Él sabe nuestra situación, pero tenemos que saber cómo acercarnos, en la porción a que nos referimos, en su oración, lo primero que hacen los apóstoles es exaltar la grandeza de Dios, no empiezan con peticiones y con quejas. Cuando empieza a exaltar al Señor en la oración, usted ya no está pensando en su necesidad, sino que empieza a disfrutar y a deleitarse en lo que dice la Palabra y después empieza a exponer su sitación al Señor; cuando yo me acerco a Dios y le empiezo a decir lo grande que Él es, todo lo que significa para mí, yo creo que empiezo a tocar de tal manera el corazón de Dios, empiezo a captar su atención, es entre Él y yo, cuando Él como padre ve que sabe la palabra y las promesas, va a ser más fácil.
El anhelo de los apóstoles era hablar del Señor y de sus grandezas, pero como se vieron amenazados, faltaba algo. Todos los que amamos la Palabra, que nos gusta orar y entendemos el llamado que tenemos, les apuesto que podemos predicar; no busque púlpito, este tarde o temprano llega.
Hace cerca de 8 años, yo ya estaba en el ministerio y le dije “Señor, necesito ir a cargar baterías” y un hermano me llevó a San Lucas, al bosque, un lugar impresionante… había tres galeras, muchos hermanos postrados en la tierra, sin alfombra y sin grama, me fui para donde estaban cantando y el hermano que iba conmigo se fue a predicar, cuando se me acercó una persona y me dijo: “hermano, que bueno tenerlo por acá, usted viene de la capital, véngase, ahorita hay un turno para predicar en aquella galera” yo no lo andaba buscando, pero me tocó predicar en esa galera, no reproché, pero en la ministración, el más ministrado fui yo. Son experiencias que uno vive y que me gusta compartirles para que usted, si algún día le toca, lo haga y disfrute de lo que Dios tiene reservado para usted.
Todos los seguidores de Jesús tenían una misma manera de pensar y una misma manera de sentir. Cuando les expongo algo, es porque estoy tratando de buscar un mismo sentir, una misma forma de pensar, todos juntos haciendo lo mismo. En la porción que leímos, ya había venido el Espíritu Santo, las autoridades habían amenazado a los apóstoles para que dejaran de hablar del Cristo resucitado; hay un momento en que una persona puede venir a sembrar miedo en nuestra vida, a tal punto que lo que el diablo quiere es que cerremos la boca para esterilizar nuestra vida y que ya no seamos vasos útiles, cuando esto sucedió acá y ellos terminaron de orar, viene una visitación del Espíritu Santo y dice que fueron llenos y a partir de ese momento entran a una nueva etapa en el ministerio como apóstoles, a tal punto que leemos que ya no tuvieron miedo. Una iglesia saludable se debe caracterizar en no tener miedo de hablar de Dios. Cuando venga una nueva visitación a nuestra vida de parte del Espíritu Santo, muchos temores se van a ir, los apóstoles llevaban la unción de Dios y la prueba de que Él estaba con ellos; es más importante que la gente se dé cuenta que Dios está con nosotros.